Aquella carta cumplió su cometido, había resuelto mis problemas.
Ya tenía todo listo, solo era cuestión de que aquella chiquilla despertara. Es más, ¿por qué tenía que esperar? Así empecé a subir las escaleras como si mi vida dependiera de ello... bueno, de hecho así era.
Abrí la puerta de un golpe y cuando la vi; observé que se removía entre las sábanas y sudaba mucho. De seguro estaba teniendo pesadillas, como siempre, obviamente era remordimiento de su jodida consciencia.
Bien para ella.
Sigue leyendo aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario