domingo, 29 de junio de 2014

Realidad: Verdad 3


Odiaba mudarme, no porque tuviera una especie de afección a los lugares donde me quedara, era más bien el hecho que conllevaba cambiar de casa.
Empacar cientos de cajas, que en mi lugar no serían tantas, ponerlas dentro de un camión, en este caso un automóvil; y luego viajar hasta casi al otro lado del país y esperar que todas tus pertenencias llegaran en una sola pieza. Si es así, serás considerado el siguiente Mesías; si no, prepárate para un día entero de dolores de cabeza.
Por mi parte, el mayor problema con el que me encontré fue con que una taza de porcelana se había rato.
Ya llevaba un par de semanas en la ciudad; conocía algunas calles, pero todavía me perdía, por lo que salí unas cuantas veces más hasta memorizarme al menos las avenidas importantes y atajos para llegar a ellas, algunas veces en autobús y otras caminando. Casi no tomaba el auto, la gasolina es cara, y yo no era precisamente millonaria, tampoco era una pobretona miserable, pero tenía que administrar bien mi dinero.
Estaba a la mitad de uno de mis recorridos a pie cuando pasó. El día en que me encontré con aquel extraño niño.

lunes, 23 de junio de 2014

Realidad: Verdad 2


¡Puta madre! ¡La he cagado! ¡La he cagado a lo grande!
Corría como una putita llorona por un sendero casi invisible en medio de la noche. Mi condición era una mierda, por lo que el pecho ya me ardía a los pocos metros de haber empezado a correr, las piernas las sentía pesadas en cada paso que daba. Pero el miedo era lo que mandaba en ese momento dentro de mi cuerpo grasiento, era un combustible que me impulsaría de aquí hasta el siguiente estado si era necesario; y creo que así iba a ser.

domingo, 15 de junio de 2014

Realidad: Verdad 1


Me miraba al espejo, buscando de nuevo alguna excusa para decirle a mamá cómo es que he terminado otra vez por parecer alguien a quien acaban de arrastrar por toda la calle.
Para colmo, ese día tocaba jugar quemados en la clase de deportes, la excusa perfecta para que todos me usaran como su puto saco de boxeo... bueno, siempre lo hacían, solo que ese momento se volvía legal; y obviamente nadie desaprovechaba una oportunidad como esa.